ORIOL SANMIGUEL / Artículo publicado en la revista Flight Plan 2 (CESDA)
En un mundo globalizado y competitivo en el que la lucha por conquistar al cliente se convierte en un objetivo prioritario, es posible que las tripulaciones aeronáuticas tengan que incorporar otras habilidades además de sus conocimientos técnicos. Aquí me refiero a las competencias emocionales, hasta ahora las grandes olvidadas en nuestra profesión.
Las normas que rigen el funcionamiento del mercado laboral han cambiado y son muchos los campos, hoy en día, en que los profesionales no son sólo valorados/ evaluados por sus conocimientos o experiencia, sino que se busca algo más en su desempeño laboral . Sin lugar a dudas, la experiencia es importante, véase el campo aeronáutico sin ir más lejos, pero la teoría clásica en que se defiende que sólo los que tengan mejor expediente académico serán los mejores, ya no es válida a día de hoy.
Ese algo más que buscan las empresas hoy en día, es lo que conocemos como inteligencia emocional (I.E., de aquí en adelante). La IE viene definida como la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos, los sentimientos de los demás, motivarnos y manejar adecuadamente las relaciones que sostenemos con los demás y con nosotros mismos. Es el resultado de la suma de distintas habilidades interpersonales e intrapersonales, conocidas como competencias1.
Éstas son aquellas características que a través de conductas observables distinguen a los empleados con un desempeño excelente. ¿Cómo clasificarlas? Veámoslo en el cuadro 1:
Si intentamos explicar el cuadro arriba expuesto, diremos que las competencias emocionales se clasifican en competencias personales (aquellas que determinan el modo en que nos relacionamos con nosotros mismos), que incluyen la conciencia de uno mismo, la autorregulación y la motivación (el gran motor); y en competencias sociales (aquellas que determinan el modo en que nos relacionamos con los demás), que incluyen la empatía y las habilidades sociales.
Y es que las habilidades personales y emocionales son el motor que está dinamizando el desempeño laboral del ser humano en este nuevo siglo, y el sector aeronáutico no puede quedarse al margen de esta corriente.
Quiero lanzar, pues, un llamamiento a las compañías aéreas. Los pilotos reciben una buena formación técnica y eso es excelente, pero ¿no se están olvidando e algo quizás más importante? El desarrollo personal con nuevas asignaturas en la carrera, cursos especiales, conferencias sobre auto-conocimiento, liderazgo, trabajo en equipo, dirección de personas, inteligencia emocional, etc., creo que ha quedado demostrado que es de suma importancia en el mundo laboral actual, y más, en un sector tan competitivo como el aeronáutico.
¿Alguien se ha planteado cómo será el gran paso “de la escuela a la empresa” de cada uno de nosotros? ¿Cómo aterrizaremos en el mundo laboral? ¿Cómo venderemos nuestro proyecto personal a las compañías?
En la búsqueda de soluciones hay todo un arsenal de herramientas que deberían ser integradas en los ciclos formativos y en el desarrollo de los profesionales en activo. Evaluación del desempeño, Coaching, Planes de carrera, etc., son algunos que se me ocurren ahora.
Afinemos nuestro GPS personal y profesional para coger la dirección de la excelencia. Ya no nos sirven los GPS con software y sistemas antiguos. El futuro se presenta apasionante y muy exigente.
Con lo expuesto aquí arriba me planteo una inquietud: ¿Por qué no potenciar la I.E. en el modelo educativo de CESDA? Pensemos que el centro ya ha hecho su apuesta por esta nueva disciplina, incorporando nuevas asignaturas y materias que pretenden explorar las competencias y habilidades interpersonales (las famosas Notechs). Es un centro pionero dentro del marco nacional, y no solo a nivel de escuelas, si no a un nivel más extenso. Cursos de CRM, muchas más horas en asignaturas de humanidades con profesores y conferenciantes que saben de la materia, un curso MCC mucho más amplio que en cualquier otra FTO, etc., son unos cuantos ejemplos.
Deseo y espero que aunque esto sea un breve ensayo acerca de lo que se está cociendo ahí fuera, merezca un momento de reflexión por parte de todos los que formamos parte del sector. Una reflexión que quiero acompañar con una frase que a mí me ha marcado:
“Nueva etapa: de la universidad a la empresa. Es curioso observar, con el paso de los años, los derroteros que cada uno ha tomado. Alumnos de matrícula que pensaban que se iban a comer el mundo les a costado encontrar su lugar bajo el sol, y compañeros de clase que las pasaban canutas para aprobar, hoy les va de cine. No siempre coincide la evaluación académica con la evaluación real del mercado, la de la calle, la de la vida, esta es la última instancia a la que rendir cuentas”.