Hace años, era un pequeño inocente que no tenía nada claro su futuro; me gustaba más jugar en la calle que saber que me depararía mi futuro estudiantil.
Sin embargo una mañana mis padres me dijeron que nos íbamos a Disneyland París. Como es normal, mi alegría fue enorme y solo tenía ganas de que llegara ese día, hasta que tiempo al tiempo llegó.
Todo parecía normal, mi sonrisa era enorme, hasta que al llegar al aeropuerto me di cuenta de lo que realmente era un avión, es curioso, pero ver aquellas máquinas tan perfectas me hizo olvidar porque estaba allí realmente. Me sentía como pez en el agua, mira ese avión y el otro; mi cara parecía la de un niño pequeño que acaba de descubrir algo fascinante, algo que le crea curiosidad.
Cuando llegó el momento de embarcar subí más nervioso que nadie y me senté en mi sitio esperando a que el avión alzara el vuelo. La sensación que sentí al despegar y al ver las vistas en lo más alto creo que no se pueden definir, solo los que han sentido lo mismo que yo lo pueden entender.
A partir de ese momento encontré mi camino a seguir y por eso estoy en CESDA.
Roger Munté Andreu
14 promoción CESDA
